martes, 30 de agosto de 2011

Tropa de élite

La unidad de la que vamos a hablar hoy no puede definirse estrictamente como un ejército, ya que su catalogación la engloba dentro de la policía militar de Río de Janeiro. Pero el tipo de armamento y las tácticas que utilizan bien podrían formar parte de cualquier guerra moderna. Hoy vamos a hablar del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE) y de sus modos de acción.

Escudo del BOPE
Las condiciones de acceso a este cuerpo son extremadamente rigurosas y su entrenamiento se asemeja mucho al de los SWAT americanos. Para que la solicitud de acceso sea tenida en cuenta, el candidato debe haber formado parte de la policía o del ejército durante un periodo mínimo de dos años y, además, tener una excelente condición física y psicológica que le permitan superar los exhaustivos exámenes a los que será sometido.
Una vez que la solicitud sea admitida a trámite, el candidato deberá finalizar con éxito uno de los dos cursos ofrecidos por el BOPE: bien el Curso de Acción Táctica (de dos meses de duración y dirgido al rescate de rehenes) o bien el Curso de Operaciones Especiales (de tres a cinco meses de duración y dirigido a la intervención en zonas de conflicto).

Entonces, y sólo entonces, el nuevo cadete del BOPE podrá pisar las favelas de Río y entrar en acción junto con sus compañeros... lo que no quiere decir que su formación haya terminado.
En su segundo año, los cadetes tienen la "opción" de completar el curso de Patrullaje en Zonas de Alto Riesgo y, algo más tarde, en su tercer año como cadetes, el de Solicitudes Tácticas.

Miembros del BOPE
Definido por miembros de la Guardia Nacional de Estados Unidos como "el mejor equipo de combate urbano del mundo", la principales atribuciones del BOPE consisten en entrar en las zonas más conflictivas de las favelas (a las que la policía convencional ni siquiera se atreve a acercarse) para detener a los delincuentes que se refugian en ellas, luchar contra narcotráfico que prolifera en esas mismas favelas y, lo más importante, salir con vida de ellas.
Para acometer estas misiones que podríamos catalogar como casi suicidas, los miembros de este operativo deben estar formados en el manejo de un sinfín de armas y tácticas de combate. Entre otras muchas, las principales armas utilizadas por los hombres del BOPE son las siguientes:

  • Fusil de francotirador semiautomático HK PSG.
  • Fusil de asalto M16.
  • Carabina de asalto M4
  • Escopeta Benelli M3
  • Pistolas Taurus PT92 y PT100
  • Subfusil HK MP5
  • Ametralladora ligera HK 21
  • Explosivos militares
  • Granadas

Además de en el uso de armas de todo tipo, un buen soldado del BOPE debe estar instruído también en técnicas de combate cuerpo a cuerpo tales como Jiu-Jitsu o Muay-Thai.

En un apartado especial vamos a situar a los Caveiroes, enormes camiones blindados que el BOPE utiliza en las operaciones de combate urbano y que, con el blindaje y el equipo de 11 hombres que son capaces de transportar, supera las 8 toneladas.

Caveirao
El BOPE es conocido en todo Brasil como un bastión de la honestidad y la incorruptibilidad de la policía, pero no todo son elogios para este cuerpo. El Batallón de Operaciones Policiales Especiales ha sido acusado en numerosas ocasiones de falsificar pruebas para poder llevar a cabo ciertas detenciones y de utilizar métodos que exceden lo puramente necesario.
Pongamos un ejemplo: en el año 2000, un joven de las favelas llamado Sandro do Nascimento secuestró a punta de pistola un autobús en un barrio acomodado de Río de Janeiro y el BOPE fue llamado a intervenir. Viéndose rodeado por el cuerpo de operaciones especiales, el joven se puso nervioso y acabó con la vida de una profesora llamada Geisa Gonçalves, momento que aprovecharon los miembros del BOPE para tomar al asalto el autobús y detener al secuestrador. El problema se produjo cuando, durante el traslado a comisaría, do Nascimento murió en circunstancias... poco claras.
La fiscalía brasileña desveló que la muerte del joven se había producido por asfixia en el propio furgón policial que se ocupaba de su traslado pero, a pesar de esto, el BOPE cuenta a día de hoy con unos 400 miembros en activo y sigue siendo considerado como el cuerpo más honesto de la policía de Río de Janeiro.

viernes, 26 de agosto de 2011

Arminio y la batalla de Teutoburgo

Cerca de los primeros años de la era cristiana, las fronteras del Imperio Romano abarcaban ya buena parte de la que sería su máxima extensión. La ciudad eterna cuenta con más de un millón de habitantes y una tercera parte de la humanidad habla, piensa y vive en clave romana... pero nada de esto es suficiente para el flamante primer emperador de Roma. 
Tanto Hispania como las Galias han sido pacificadas hace tiempo, así que las legiones necesitan un nuevo objetivo. César Augusto fija su vista en el norte de Europa y las águilas cruzan el Rin exterminando a las sorprendidas tribus nativas que defienden sus márgenes.

César Augusto
Las tropas romanas ascienden por la orilla derecha del gran río y establecen su dominio sobre la Westfalia alemana, en el territorio de los queruscos. En un principio, los pobladores originales de estas tierras no vieron con malos ojos la ocupación romana (siempre y cuando se les permitiera conservar su libertad e indiosincrasia propias), pero la pésima gestión de Publio Quintilio Varo, gobernador romano de la zona, hizo que pronto empezaran a cansarse del dominio imperial.
En esta situación límite, con la corrupción campando a sus anchas y los impuestos disparados hasta límites casi ridículos, surge entre los queruscos la figura de un hombre que dejaría su huella en la historia: Arminio.

Primogénito de Segimero, el anterior jefe de los queruscos, Arminio fue tomado como rehén amistoso durante la primera embestida imperial sobre Germania y llevado a Roma... pero los ideólogos del Imperio cometieron con Arminio el mismo error que repetirían años más tarde con gente como Alarico o el mismísimo Atila: educaron a su rehén en las costumbres latinas, tanto civiles como militares.
Con apenas 20 años, Arminio ya comandaba destacamentos de queruscos y servía como auxiliar romano en las guerras panonianas. Tal fue su grado de brillantez y de adaptación que le fue otorgada la ciudadanía romana antes de ser destinado, en el año 7 d.C., a la Germania ocupada.
Se cuenta que trabó una gran amistad con Varo, llegando a convertirse en su comandante predilecto... pero Arminio no le debía lealtad a los romanos y, apreciando en toda su magnitud el yugo que el gobernador estaba apretando cada vez más sobre las que debían ser sus tierras, pronto empieza a tramar un complot contra el Imperio.

Arminio
Golpeado de lleno por la corrupción y asqueado por las prácticas de Varo, Arminio abandona la disciplina romana y se pone al frente de sus queruscos en su declaración de rebeldía. Tan sólo tres tribus más se unen a la sedición pero, aún con eso, Arminio consigue reunir un número de efectivos similar al de los romanos (aunque algunas fuentes hablan de un ejército significativamente más pequeño).
Las cifras hablan de unos 24.000 hombres en el bando romano, sumando a las tres legiones de Varo un número importante de auxiliares tanto de infantería como de caballería. Estos serán los que se enfrentarán a los germanos en Teutoburgo.

Como excomandante de tropas auxiliares, Arminio es perfectamente consciente de que una batalla campal supondría un suicidio casi seguro para sus queruscos, así que plantea su estrategia con paciencia y espera hasta el otoño del año 9 d.C.
En septiembre, las primeras lluvias empiezan a caer y Varo pone en movimiento a su inmensa columna para pasar el invierno al oeste de la provincia. Para llegar allí, las tropas romanas deben atravesar el impenetrable bosque de Teutoburgo... y Arminio lo sabe. Los queruscos apostan un soldado tras cada árbol y un sinfín de arqueros y honderos en  las copas de los árboles.

El día 9 de septiembre del año 9 d.C., la columna de Varo entra en el bosque de Teutoburgo bajo una intensa lluvia que atenúa todos los sonidos.

Esquema de la batalla
Los queruscos esperan a que toda la columna se interne en la espesura antes de lanzar el primer ataque. Un grito de Arminio y el bosque se transforma en un infierno: primero, los arqueros y honderos queruscos provocan una carnicería entre las legiones de Varo dejando caer sobre sus cabezas un auténtico diluvio de flechas y piedras. Segundos después, soldados espada en mano salen de detrás de cada árbol y se abalanzan contra los flancos de la columna romana, obligando a los legionarios a replegarse hacia el centro y a presentar, de esta manera, un blanco aún más claro para los arqueros.
A pesar de la masacre que se está perpetrando entre sus miembros, algunos de los legionarios más curtidos consiguen establecer una formación y emprenden una retirada ordenada (protegiendo a Varo y a sus comandantes) gracias a la que logran salir de aquel infierno verde y establecer un campamento semi-fortificado a las afueras del bosque.
Rodeados de queruscos por todos los flancos, los romanos se atrincheran, preparándose para defender su improvisado refugio de una segunda embestida bárbara; pero las tropas de Arminio han saciado por el momento su sed de sangre y se limitan a despojar de armas e impedimenta los cuerpos de los caídos. Los queruscos están agotados... pero los romanos lo están aún más y la cifra de bajas entre sus filas asciende a cifras escalofriantes. La retirada debe esperar un día más.

Al romper el alba, los resto del ejército de Varo se ponen en movimiento con las tropas queruscas pisándoles los talones. Los lanceros, arqueros y honderos hostigan constantemente los flacos de la columna pero, aún así, los romanos consiguen aguantar durante dos días de extenuante marcha que deja el camino sembrado de cadáveres.
Representación de soldados romanos
El tercer día, Arminio cae con todas sus fuerzas sobre la más que mermada guarnición romana. Varo y sus comandantes toman la determinación de no dejarse coger vivos, así que empuñan sus gladius y se lanzan sobre la hoja, dejando a los hombres a los que deberían liderar en total desamparo. 
Los soldados veteranos luchan hasta el último aliento pero los legionarios "de nuevo cuño", desconocedores de las leyes germánicas de la guerra, sueltan sus armas e intentan rendirse. Los queruscos no contemplan la rendición como una posibilidad, de modo que los romanos que se dan por vencidos son inmediatamente pasados a cuchillo.

Se estima que, durante aquellos tres días, 7.000 queruscos murieron en las inmediaciones del bosque de Teutoburgo. De los 24.000 romanos dirigidos por Varo, sólo 1.000 consiguieron escapar con vida.

De la vida posterior de Arminio, sabemos que fue denostado por su propia gente, quienes creían que Teutoburgo y sus consecuencias suponían un insulto demasiado grande para la nación más poderosa del mundo y que  Roma no tardaría en emprender contra ellos una terrible venganza. Lo intentaron.
La siguente vez que Arminio cruzó espadas con los romanos, seis años después de Teutoburgo, lo hizo ya no contra 24.000 hombres, sino contra un contingente cercano a los 80.000... y resistió el envite.
El comandante de las fuerzas romanas fue declarado vencedor por los historiadores latinos y conocido desde aquel momento como Julio César Germánico, pero lo cierto es que los romanos nunca volvieron a cruzar el Rin.

César Germánico
Años antes de esta incursión, una princesa de otra tribu llamada Thusnelda se fugó con Arminio y se casó en secreto con él en contra de los deseos de su padre.
Germánico no consiguió vencer al caudillo de los queruscos, pero sí que consiguió trabar una alianza con Segestes (padre de Thusnelda) mediante la que la esposa embarazada de Arminio fue entregada a Roma.
Arminio murió asesinado por Segestes y sus aliados mientras que Thusnelda fue exhibida en las calles de la capital del Imperio. Por otro lado, Tumélico (nacido en cautiverio en Roma de la semila de Arminio) fue formado como gladiador y murió antes de cumplir los 30 años en uno de sus combates.

martes, 23 de agosto de 2011

La pala de trinchera

Desde tiempos inmemoriales, la pala siempre ha sido un elelmento utilizado para ayudar al hombre en sus tareas civiles pero, entre otras muchas cosas, la guerra fue capaz de cambiar también este concepto.

Pala de trinchera
En la estrechez de una trinchera húmeda y oscura, cuando el enemigo saltaba las barricadas y se abalanzaba sobre tu posición, no te quedaba más remedio que tirar de lo que tuvieras más a mano (ya fuera un cuchillo,  una bayoneta o incluso una pala) para acabar con él.

La pala de trinchera es una versión compacta de su homóloga tradicional que se utilizó a partir de la Primera Guerra Mundial como herramienta indispensable para todo soldado de infantería. Ideada en un principio para cavar en el suelo embarrado de las trincheras, los veteranos no tardaron en encontrarle otro uso bastante más concreto: afilando los bordes, la pala se convertía en una excelente herramienta para el combate cuerpo a cuerpo.
Dada su versatilidad y su fácil manejo, algunos de los soldados preferían la pala de trinchera a la propia bayoneta y, como ya hemos dicho, afilaban sus bordes convirtiendo su herramienta en una cuchilla de más de un kilo de peso con la que golpeaban al enemigo justo debajo de la mandíbula, tratando de cortar una de las carótidas.
Pero la pala de trinchera no fue utilizada únicamente durante la primera guerra mundial, en la que los asaltos culminaban en combates a pie al más puro estilo de los caballeros medievales. En la segunda guerra mundial, la pala de trinchera formaba parte del equipamiento reglamentario de los soldados de la Wehrmacht e, incluso a día de hoy, dicha herramienta constituye una parte importante de la impedimenta de grupos tan laureados como los boinas verdes.

viernes, 19 de agosto de 2011

La muerte blanca

La entrada de hoy está dedicada al francotirador con más bajas certificadas de la historia: nada menos que 542 enemigos abatidos. Si ubicamos sus acciones militares entre los años 1939 y 1940, podríamos pensar que se trata de un tirador alemán o soviético... casi. Apodado por los rusos como "Belaya Smert" (la muerte blanca), Simo Häyhä era un finlandés de 1,52 metros de estatura que, armado con un viejo fusil de madera M28 Pystykorva, sembró el pánico entre las filas soviéticas en la Guerra de Invierno.

Simo Häyhä
Nacido el día 17 de diciembre de 1905 en la pequeña localidad de Rautjärvi, Simo Häyhä se alistó en el ejército finlandés en el año 1925. No destacó especialmente en labores militares... hasta que el 30 de noviembre de 1939, la Unión Soviética atacó la frontera finlandesa. Viendo amenazada la seguridad de su país y de su pueblo natal (cercano a la frontera), Häyhä se armó con una vieja variante del archiconocido fusil soviético Mosin-Nagant y se echó al monte en busca de enemigos a los que abatir.

La grandeza de este francotirador se mide, además de por su infalible puntería, por la minuciosidad con la que preparaba cada disparo. Vestido competamente de blanco, Simo Häyhä se tendía en el suelo ignorando las temperaturas extremas (entre -20 y -40 grados centígrados) del crudo invierno finlandés y se metía un puñado de nieve en la boca para que su aliento no delatara su posición. Acto seguido, compactaba una pequeña barricada de nieve ante la boca de su fusil para que el disparo no removiese la capa blanca y los soldados soviéticos no pudieran ver de donde había salido la bala.
Sus 542 enemigos abatidos fueron conseguidos en tan sólo 3 meses de combates (lo que hace una media de unos 8 enemigos por día) pero si, además, sumamos a estas bajas las otras 200 que se le acreditaron con subfusil, la cifra de muertes se dispara hasta casi las 750.
Además de todo lo ya escrito, debe otorgarse a Häyhä el mérito incontestable de conseguir todos los disparos certeros que hizo con su M28 Pystykorva sin utilizar la mira telescópica, pues mantenía que el reflejo del sol en el visor podía delatar su posición y, por lo tanto, prefería usar como punto de referencia tan solo la montura metálica integrada en el propio fusil.

Después de la guerra
El día 6 de marzo de 1940, en medio de un intenso tiroteo, una bala perdida explotó en la cara de Simo Häyha dejándole en coma. En medio de la nieve, fue rescatado por sus compañeros y no despertó hasta el día 13 de marzo de ese mismo año, fecha en la que se firmó la paz entre Finlandia y la Unión Soviética. Fue ascendido de cabo a teniente segundo y le fue otorgada la Cruz de Mannerheim (condecoración militar finlandesa equivalente a la Cruz de Hierro alemana).
Simo Häyhä tardó varios años en recuperarse de sus heridas, pero finalmente consiguió seguir con su vida y murió en la pequeña aldea de Ruokolahti el día 1 de abril de 2002.

martes, 16 de agosto de 2011

Megido, la primera batalla documentada

En el siglo XV a.C. se produjo en Egipto la primera gran batalla documentada de la historia. La fecha más aceptada para el desarrollo de este combate es el 9 de mayo del año 1457 a.C. pero, como siempre cuando se habla de épocas tan  lejanas, los autores difieren entre sí mostrando un abanico de fechas que van desde el año 1482 a.C. al 1479 a.C. aparte de la ya mencionada, que tomaremos como válida para esta entrada.

Reina Hatshepsut
En ese año 1457 a.C., el periodo de regencia de al reina Hatshepsut termina y su sucesor, Tutmosis III, asceinde al trono de los faraones. Aprovechando la supuesta debilidad de este nuevo faraón y el momento de confisión provocado por la sucesión, los cananeos se alzan en una rebelión a la que se unen los reinos de Mitani y Kadesh y la ciudad libre de Megido, de capital importancia estratégica por suponer la puerta de entrada a las rutas comerciales que venían desde Mesopotamia.
El rey de Kadesh asume el mando de la revuelta y se alza en armas contra el faraón, quien responde reuniendo un ejército de 10.000 hombres que, tras una marcha de 22 días por el Camino de Horus, se posiciona en la ciudad de Yehem.

Desde este punto, había tres posibles caminos para llegar hasta Megido. Dos de ellas atravesaban sendos valles descubiertos en los que podía ver al enemigo aproximándose pero, en lugar de estas dos, Tutmosis III elige la ruta más rápida pero más peligrosa, que atraviesa un desfiladero proclive a las emboscadas y desemboca en la ciudad de Aruna.
Los rebeldes, pensando que el faraón tomaría una de las rutas fáciles, dejan el desfiladero sin vigilancia. Esto permite a las tropas egipcias llegar por sorpresa a Aruna y aplastar a la pequeña guarnición rebelde que ha quedado a su cargo sin apenas sufrir bajas.
Esa misma noche Tutmosis despliega a sus soldados en formación cóncava, comanda en persona el centro de la columna y vigilando que sus flancos aumenten paulatinamente la presión sobre los extremos de la armada rebelde. Esta maniobra consigue poner en retirada a las tropas de la coalición rebelde, que huyen en desbandada hacia los muros de Megido.

Tutmosis III
El problema se presentó cuando los soldados egipcios se afanaron tanto en saquear el campamento enemigo que no se dieron cuenta de que el rey de Kadesh seguido de sus tropas se refugiaba entre los muros de la ciudad y cerraba las puertas a cal y canto. La avaricia de la infantería egipcia había hecho que Tutmosis perdiera la oportunidad de sofocar la rebelión cananea con una única y fulgurante victoria.
En su lugar, fueron necesarios siete largos meses de asedio para que la ciudad rebelde se rindiera. Tras la caída de Megido, los cronistas de la época documentaron en Karnak la cuantía del botín conseguido de la siguiente forma:

"340 prisioneros vivos y 83 manos. 2.041 yeguas, 191 potros, 6 sementales. Un carro trabajado en oro, su vara de oro, de este vil enemigo; un hermoso carro trabajado en oro del príncipe de Megido, 892 carros de su miserable ejército; en total, 924 carros. Una hermosa armadura de bronce perteneciente al príncipe de Megido, 200 armaduras de su vil ejército, 502 arcos, 7 varas de madera del enemigo, trabajadas en plata. Además 1.929 cabezas de ganado grandes, 2.000 de ganado pequeño, 20.500 ovejas"

Además de los bienes materiales reflejados en esta lista, Tutmosis III tomó bajo su protección a los hijos de los principales cabecillas rebeldes y ordenó que fueran educados bajo la ley egipcia. Años después, los hijos de aquellos que se habían alzado en armas contra Egipto volvieron a sus lugares de origen y gobernaron con el consentimiento del faraón, dando así inicio a la pacificación de Siria y Canaán.

viernes, 12 de agosto de 2011

La brigada Pomorska

La caballería polaca ha pasado a la historia como el último cuerpo montado en realizar una carga a la antigua usanza.

Heinz Guderian
El día 1 de septiembre de 1939, la Leibstandarte SS Adolf Hitler cruza la frontera polaca y avanza sobre la aldea de Krzepice. La división SS desata sobre el pueblo todo el poder de la blitzkrieg y lo reduce a escombros, dando al mundo un serio anticipo de las intenciones del Reich. En estas circunstancias, el ejército polaco se pone en movimiento y la brigada Pomorska es destinada a las posiciones que en esos momentos ocupaba la división Panzer comandada por el general Heinz Guderian.
El alto mando ordena a los comandantes de la brigada de caballería recuperar el terreno ocupado por los tanques y los jinetes, sujetos por un estricto código de honor, emprenden una carga tan heróica e infructuosa como la que emprendieran sus homólogos británicos de la brigada ligera casi un siglo antes.

Sabiendo sin asomo de duda que iban a morir aquel día, los soldados de la Pomorska se enfundan en sus trajes de gala, afilan sus sables y montan lanza en mano decididos a emprender su última carga.

En un primer momento, Guderian y su alto mando quedan tan estupefactos ante la visión de una división de caballería abalanzándose colina abajo hacia su posición, que son incapaces de reaccionar... pero el estupor no dura para siempre. El general alemán ordena abrir fuego contra las líneas polacas y la artillería alemana, apoyada por los disparos de la Leibstandarte SS Adolf Hitler, acaba con la heróica brigada Pomorska por la vía rápida.
Tanque Panzer
Algunos jinetes sobreviven a la descarga de la artillería y siguen avanzando lanza en ristre sólo para estrellarse contra el fuselaje de los panzers y ser rematados por los soldados alemanes. La última carga de caballería de la historia acabó, como era de esperar, en una auténtica carnicería pero, ¿por qué se llegó a una situación en la que los jinetes tuvieron que cargar contra carros de combate?

La realidad es que, al igual que otras muchas naciones europeas, Polonia no había sabido o no había querido adaptarse a los nuevos estándares de combate que reinaban en el continente. De todas las brigadas de caballería que formaban su ejécito montado, sólo una estaba parcialmente motorizada y esto, unido a que la Polonia de 1939 carecía de la industria pesada necesaria para llevar a cabo la modernización de su ejército hizo que, sencillamente, la brigada Pomorska fuera lo único que tenían para contrarrestar las embestidas de las temibles panzerdivision.

martes, 9 de agosto de 2011

El yatagán turco

Vamos a hablar de una espada que tiene su origen en las tierras orientales de la antigua Turquía. El yagatán es un sable que, gracias a su versatilidad, podía ser usado como arma de corte o de estocada.

Yatagán (s. XVII)
Evolucionado desde la falcata y su pariente griega, la makhaira, el yagatán se desmarcó como un arma terriblemente eficaz que tenía ciertas peculiaridades con respecto a las espadas de la época: en primer lugar, su hoja era prácticamente recta, pero los hábiles herreros otomanos la dotaron de una sutil curvatura doble que hacía su hoja aún más mortífera. Además de esto, el último tercio del yagatán tenía un contrafilo que lo capacitaba para asestar terribles estocada. En último lugar, la peculiaridad más llamativa de este sable es que carecía de gavilanes pero, en su lugar, unas protuberancias en la parte trasera empuñadura recta hacían las funciones de agarre.

Como ya hemos dicho, este arma ve la luz por primera vez en la edad media turca, a manos de un herrero llamado Osman Bey que le dió a su creación el nombre de su pueblo. Este magnífico sable, popularizado por los jenízaros, tuvo su apogeo en las campañas medievales de los grandes sultanes otomanos, en las que la infantería de élite tomó el yatagán como propio y repartió muerte con su hoja por toda Europa oriental.

El yagatán cayó en desuso, como casi todas las armas de corte, a finales del siglo XIX; pero antes de eso y gracias a su efectividad extendío su diseño por toda Europa del este, Rusia, Oriente Medio e inclusó llegó a influir definitivamente en la elaboración de algunos sables chinos.

viernes, 5 de agosto de 2011

Una de piratas

Durante años asolaron todos los mares conocidos amasando fortunasdignas de un rey. Cualquier marinero que viera aparecer entre la bruma un velamen desconocido sabía que se enfrentaba, cuanto menos, a un futuro incierto pero, ¿quiénes eran estos hombres que se lanzaron al mar en busca de fama y botín?
Para empezar, podemos decir que había, básicamente, cuatro tipos de piratas:

Bandera pirata clásica
  • Los piratas propiamente dichos eran hombres libres (en su mayoría mercenarios) que se dedicaban a asaltar barcos mercantes en travesía para robar y, posteriormente, vender los metales preciosos y objetos de valor que llevaran en la bodega. Estos "ladrones de mar" no juraban lealtad a ninguna bandera ni estaban bajo la protección de ningún estado, por lo que sus abordajes tendían a convertirse en una sangrienta matanza ante el más mínimo conato de resistencia.
  • Los corsarios eran piratas que actuaban bajo el patrocinio de un país. Si, por ejemplo, la corona inglesa decidía entorpecer el tráfico marítimo entre las costas americanas y las españolas no enviaba a su armada (lo que habría provocado un conflicto internacional), sino que concedía una patente de corso a un marino libre y le facultaba para ejercer la piratería contra navíos de los países rivales a cambio de la mitad de sus beneficios. Este tipo de "piratería legal" también tenía sus beneficios tanto para el asaltante como para el asaltado: el corsario tenía derecho a utilizar todos los puertos del país al que estuviera sirviendo y, además, se le permitía capturar prisioneros y pedir un rescate a sus familias... por lo que los abordajes de estos marinos eran mucho menos brutales que los de sus homónimos libres. Podriamos decir que eran "piratas honorables".
  • Henry Morgan, corsario
  • En tercer lugar, podemos hablar de los bucaneros. En un principio, estos hombres eran cazadores de la isla de La Española que se dedicaban a ahumar la carne de sus presas y vendérsela a los barcos mercantes que surcaban las aguas del mar Caribe... pero con el paso del tiempo vieron desfilar ante sus ojos demasiadas toneladas de riquezas y decidieron que la piratería era un negocio mucho más rentable que la venta de carne. Reclutaron auténticos ejércitos y flotas con las que abordaban a los grandes mercantes e incluso llegaron a tomar al asalto pequeñas ciudades, sembrando muerte a su paso.
  • En último lugar tenemos a los filibusteros. Estos piratas no eran sino bucaneros asociados en cofradías mediante las que compartían barcos y tierras, lo que los hacía aún más peligrosos otorgádoles el dominio sobre todo el mar de las Antillas.

    Sabiendo esto, podemos llegar a entender por qué cualquier barco comercial se esmeraba en llevar una escolta digna de su carga con la esperanza de esquivar el asalto de los piratas.

    Corsario berberisco
    El mar Caribe y las rutas atlánticas fueron durante siglos un hervidero de lobos de mar en el que hasta el más avezado de los marinos podía perder la cabeza si no se andaba con ojo... pero no sólo de América vivían los piratas.

    Durante siglos, los estados berberiscos del norte de África fletaron un barco corsario tras otro para atacar las costas del sur de Europa en rápidas oleadas. Tanto fue así que, en muchos lugares, la población de las zonas costeras se desplazó varios kilómetros hacia el interior y estableció puestos de vigilancia en un vano intento de evitar las ofensivas de los piratas norteafricanos.

    martes, 2 de agosto de 2011

    Sipahi, caballería de élite en el Imperio Otomano

    En este mismo blog ya hablamos en su día de los jenízaros como infantería de élite en el ejército del imperio otomano; pues bien, hoy vamos a dedicar unos minutos a sus homólogos en la sección de caballería: los sipahi.

    Sipahis (1683)
    En la Edad Media, la caballería del ejército turco se dividía en dos secciones principales: los akıncı (caballería ligera, primeros en entrar en combate como tropa de choque) y los sipahi (caballería pesada y de élite). Pero dentro de esta estructura, existía una subdivisión que afectaba únciamente a los sipahi.

    Por un lado estaban los "timarli sipahis", terratenientes de origen otomano que tendrían su equivalente occidental en los caballeros europeos y cuyos feudos les eran entregados directamente por el sultán. En principio, a estos "nobles" se les entregaba en custodia, a cambio de su servicio permanente en el ejército del imperio otomano, un timar y los beneficios que este generase. Los dividendos que arrojaba un timar ascendían por norma general a una cifra que oscilaba entre el doble y el cuádruple de lo que ganaba un profesor de la época... pero si el sipahi en cuestión medraba en el escalafón militar y se distinguía por sus servicios a la Sublime Puerta, el sultán podía llegar a concederle el dominio sobre un ziamet (extensión de tierra algo más grande) o incluso sobre un has, que llegaba a reportar al terrateniente unos beneficios de más de veinte veces el sueldo de un profesor.
    En contraprestación a estas concesiones, un timarli sipahi servía en el ejército durante toda su vida útil y tenía que armar y llevar a la batalla a un número determinado de hombres según su rango: cinco hombres para los timar siphai, hasta veinte para los ziamet sipahi y más de veinte para los has sipahi.

    Estructura de los sipahi
    En el otro lado de la balanza estaban los "kapikulu sipahi", que constituían el auténtico equivalente montado a los jenízaros. No necesariamente de origen turco, estos sipahi formaban la columna vertebral de la caballería otomana y se subdividían a su vez en seis grupos de los cuales dos (sipahis y silahtars) eran considerados como auténtica élite.
    Los kapikulu sipahis propiamente dichos eran los hijos de la alta nobleza otomana y conformaban el grupo más prestigioso dentro del ejército mientras que sus compañeros en la élite, los silahtars, eran escogidos cuidadosamente entre los mejores y más bravos luchadores de todo el imperio. A estos últimos se les encomendaban las misiones más peligrosas, pues se sabía que no ponían pegas para lanzarse a la boca del lobo si era necesario.

    La impedimenta estándar de un sipahi (salvo en las divisones garip, de equipamiento más ligero) consistía en una armadura de placas recubierta de cota de malla, un escudo redondo, una espada, un arco compuesto, un carcaj de flechas, una lanza, una maza y un hacha que, en ocasiones, complementaban recubriendo a su montura con una armadura pesada.

    Armadura sipahi
    Los sipahi estuvieron enemistados durante siglos con los jenízaros debido a la importancia política que estos últimos llegaron a adquirir en el Imperio Otomano pero cuando, en el siglo XIX, Mahmut II ordenó la disolución del cuerpo de jenízaros, los papeles se inviertieron y fueron los sipahi los que ganaron una enorme preponderancia política... durante dos años. En 1828, escarmentado por la experiencia anterior y no queriendo caer en la misma trampa una vez más, Mahmut II revocó los privilegios de los sipahi pero, al contrario que sus equivalentes en infantería, los caballeros se retiraron pacíficamente y se integraron a la perfección en la estructura militar modernizada que se estaba empezando a construir.