viernes, 24 de febrero de 2012

El "cabo bohemio": Hitler antes del III Reich (2 de 2)

En la primera parte de este mismo artículo dejamos a Adolf Hitler a las puertas de tomar el poder por la fuerza. Hoy continuaremos a partir de ahí.

Acusados del Putsch
En la noche del 8 de noviembre de 1.923, Hitler condujo a sus SA hasta la cervecería Bürgerbräukeller, donde Gustav von Kahr (comandante en jefe del ejército en Baviera) daba un discurso público. El plan era sencillo: en primer lugar secuestrarían a Kahr; acto seguido le convencerían para unirse a su bando y poner a sus tropas a disposición del NSDAP. Por último, marcharían todos juntos hasta Berlín con el objetivo de derrocar al gobierno.
Tal como hemos dicho, el plan era sencillo... pero las cosas no salieron exactamente como Hitler esperaba. Las secciones de asalto entraron en Bürgerbräukeller por las malas y proclamaron la revolución. Kahr, viendo la pasta de la que estaban hechos aquellos ex soldados comprendió que una negativa sería como una chispa en un polvorín, así que fingió colaborar con los golpistas hasta que, en un descuido de sus captores, consiguió escapar, avisar a la policía bávara de lo que se estaba cociendo y retomar el mando del ejército.
Adolf Hitler montó en cólera e inició una marcha que debía llevarle hasta el Ministerio de Guerra bávaro, donde liberaría a los SA capturados y castigaría la insolencia de Kahr y tomaría el mando. Estaba convencido de que ni la policía ni el ejército se atreverían a disparar sobre él; al fin y al cabo, era el adalid del pueblo... ¿o no? Bueno, baste decir que se equivocó y que aquella marcha terminó en un tiroteo del que Hitler escapó con tan sólo un hombro dislocado.
Fue capturado dos días después en la casa de un conocido que había tratado de darle cobijo tras la fallida intentona de putsch.

El año siguiente, 1.924, fue el año en que el pueblo conoció a Hitler. Si bien el NSDAP tenía escasa representación fuera de Baviera, el juicio se convirtió en un acontecimiento a escala nacional.
Adolf aprovechó sus intervenciones desde el estrado de los acusados para dar un mitín pangermánico que llegaría a todos los rincones del país y que le ganaría no pocas simpatías entre la masa obrera, golpeada de lleno por las medidas de Versalles y la debacle económica que el Tratado había traído consigo.
Hitler reconocía su responsabilidad en el putsch de Múnich... y no sólo no se arrepentía de ello sino que estaba orgulloso de haberlo intentado, pues no lo había hecho por él mismo ni por su partido, sino por el pueblo que aguardaba ansioso la salida de la molicie y la llegada de una nueva de esplendor para Alemania.
El día 1 de abril, el antiguo cabo fue condenado a pasar 5 años en la fortaleza de Landsberg. La constitución alemana de la época preveía penas de cadena perpetua para estos casos, pero su discurso nacionalista le había servido para obtener la simpatía del jurado, que fue tibio en su sentencia.
De esos 5 años, Adolf Hitler cumplió sólo 9 meses. El 20 de diciembre fue absuelto como parte de una amnistía masiva hacia prisioneros políticos, pero en esos 9 meses tuvo tiempo de plasmar su ideología en papel y definir el crado del futuro Reich en su obra más famosa: Mein Kampf.

Fortaleza de Landsberg
En Mein Kampf, Adolf Hitler establece las líneas maestras del pensamiento nacionalsocialista. En primer lugar, impone la fuerza como elemento movilizador de la sociedad y aboga por el uso de la misma como motor de expansión de la raza aria a costa del resto de razas inferiores y cuya pureza de sangre es claramente de ínfima calidad.
En este grupo entran, especialmente, los rusos. Aquel país del este, gobernado por judíos y bolcheviques, debía servir como terreno abonado para la expansión de una Alemania fuerte y recta. Al glorioso ejército alemán no le debería resultar demasiado difícil conquistar aquella tierra corrupta por el marxismo y vengar, de esta manera, la tan cacareada "puñalada por la espalda" que había llevado el Imperio a la debacle.

Cuando salío de la cárcel, Hitler se encontró con que el NSDAP y todos sus órganos propagandísticos habían sido prohibidos. Aún así, el partido se presentó a las elecciones parlamentarias de aquel mismo mes bajo el nombre de "Movimiento Nacionalsocialista de Libertad"... con unos resultados nada alentadores. En los nueve meses que Adolf Hitler había pasado en la cárcel, el partido había sido descabezado y había perdido casi todos sus apoyos.
Viendo venir la inminente desaparición del NSDAP y, por consiguiente, de sus sueños pangermánicos, Hitler se reunió con Heinrich Held (Primer Ministro de Baviera) y, bajo promesas de buen comportamiento, obtuvo la "relegalización" del partido.
Los grandes barones nacionalsocialistas habían sido purgados tras el putsch y Hitler estaba sólo a la cabeza del partido. El día 27 de febrero de 1.925 dió su primer discurso autorizado después del fallido golpe de estado. Las promesas de Hitler a Held sobrevolaban la sala e imponían un marco de cordura al discurso del NSDAP, mucho más comedido en esta ocasión... pero Adolf Hitler no pudo contenerse y empezó a subir el tono del mítin volviendo a sus viejas costumbres: insultar a los comunistas y amenazar de muerte a los judíos.
Esto le valió la reprobación del gobierno bávaro, que le prohibió dar discursos durante los próximos dos años; pero no todo fue malo para Hitler. El núcleo duro del NSDAP estaba encantado. Habían estado al borde de la extinción, pero ahora habían vuelto con más virulencia que al principio.

Aprovechando este periodo de ostracismo forzado, Adolf Hitler terminó de escribir Mein Kampf y se enfrascó en la tarea de reestructurar el partido. La idea que empezaba a tomar forma en su mente era la de "un Estado dentro de un Estado", es decir, llevar la complejidad a la jerarquía del NSDAP para que, en un futuro, las instituciones de la república pudieran ser sustituídas de manera relativamente sencilla por las del propio partido.
En este sentido, Hitler tomó varias decisiones de capital importancia que contribuyeron a la profunda transformación del NSDAP: creó organizaciones como las Juventudes Hitlerianas o la Liga de Muchachas Alemanas, extendió la influencia del partido más allá de las fronteras de Baviera creando "sucursales" en sitios como Austria, Checoslovaquia, el Sarre o Danzig y, además, subdividió las secciones de asalto en SA y SS. ¿La diferencia? Las SA juraban lealtad al partido, las SS se la juraban directamente a Hitler.

Gregor Strasser
El NSDAP crecía a pasos agigantados y se expandía a un ritmo endiablado. En una de estas oleadas expansionistas, Adolf Hitler vió la ocasión para alejar de Múnich a uno de los barones del partido, Gregor Strasser, que cuestionaba su liderazgo.
Hitler se reunió con Strasser y le ofreció el liderazgo de la división del NSDAP afincada en el norte de Alemania. Stasser, que abogaba por la independencia de los organos del partido y la descentralización del poder, aceptó encantado y se puso a la tarea con ayuda de un joven secretario de 28 años llamado Joseph Goebbels. De esta manera, Hitler tenía en el norte a una marioneta a la que podía dirigir a su antojo... el problema es que la marioneta le salió respondona.
Strasser se unió a los marxistas en una campaña electoral conjunta para la expropiación de los bienes a la nobleza depuesta. Esto, como era de esperar, no le gustó nada a Adolf Hitler, que organizó una conferencia en Bamberg y obligó a Strasser a retractarse. Goebbels quedó encandilado por la figura del que ya empezaba a perfilarse como Führer, así que abandonó a su anterior jefe y se unió al núcleo duro de Hitler. Strasser estaba sólo y había sido denostado por sus compañeros de partido. El centralismo se abría camino hacia la idea del liderazgo único.

Así llega a Alemania el año 1.929 y, con él, la Gran Depresión. Adolf Hitler, oportunista donde los haya, aprovecha la tesitura internacional en su favor y le echa la culpa de la crisis a los marxistas, comunistas y judíos. Sus discursos vuelven a ser incendiarios y retoman las líneas argumentales de sus primeros años en el DAP; la teoría de "la puñalada por la espalda" vuelve a ser un tema de rabiosa actualidad mientras los ideales de pureza racial de Gobineau y de Chamberlain toman más fuerza que nunca en el discurso del partido nacionalsocialista.
En las elecciones de 1.930, el NSDAP obtiene un 18,3% de los sufragios conviertiéndose en la segunda fuerza política de Alemania. Paradójicamente, la tercera fuerza más votada fue el Partido Comunista, por lo que podemos decir que el Reichstag se convirtió en un hervidero de intrigas políticas y en campo abonado para terribles batallas dialécticas en las que era totalmente imposible llegar a ningún acuerdo.
El Mariscal Hindenburg, presidente del país, capea el temporal como buenamente puede. Hitler quiere el puesto de canciller, pero Hindenburg apoya a Brüning, que es el canciller vigente y que se sólo se mantiene en el cargo gracias a los decretos aprobados por el Mariscal.
Así, Hitler empieza a recabar apoyos entre el ejército y entre las clases altas de la sociedad, que ven peligrar sus privilegios por los tres factores que Adolf Hitler une en la amalgama de una conspiración judeo.comunista: la "puñalada por la espalda", las humillantes condiciones firmadas en Versalles y la Gran Depresión por la que está pasando Alemania. Los frutos de su discurso no se hacen esperar y el NSDAP empieza a recibir dinero en cantidades que hasta entonces no había ni siquiera soñado. Con estos recursos de su lado, Adolf Hitler se presenta a las elecciones presidenciales en contra de Hindenburg.

Mariscal Hindenburg
Hitler pierde los comicios ante el viejo Mariscal, que le gana por una ventaja de 16 puntos. Tras las elecciones, las SA son legalmente prohibidas, pero siguen actuandeo desde la clandestinidad y, además, el NSDAP cuenta con el apoyo de los jóvenes oficiales del ejército.
La candidatura a las elecciones presidenciales convierte a Hitler en un personaje aún más popular de lo que ya lo era. En las parlamentarias celebradas en julio de ese mismo año, el NSDAP arrolla a sus rivales consiguiendo un 37,4% de los votos y convirtiéndose así en la primera fuerza política del Reichstag.
El gobierno es insostenible. Hindemburg destituye a Brüning y nombra canciller a Franz von Papen, pero este (al verse incapaz de mantener el equilibrio de poderes) convoca nuevas elecciones en noviembre. Hindemburg destituye a von Papen y coloca en su lugar a Schleicher.
Adolf Hitler sigue en sus trece y presiona constantemente al Mariscal para que le de el puesto de canciller de Alemania. La situación llegó a ponerse tan tensa que Schleicher, incapaz de recabar apoyos en una cámara parlamentaria de mayoría nacionalsocialista, presenta su dimisión. La repercusión lógica de todo esto se traduce en que el 30 de enero de 1.933 Hitler es nombrado, por fin, canciller de Alemania, con con Papen (hombre de confianza del Mariscal) como vicecanciller.

La cosa pintaba bien para el partido nacionalsocialista, pero con Hindenburg en el sillón presidencial y von Papen dando guerra desde la vicecancillería, Hitler se las tenía que ver con dos huesos bien duros de roer. Aún así, consiguió sacar adelante varias leyes, colocar a Göring a la cabeza de la policía estatal y convencer a von Papen para la convocatoria de nuevas elecciones, que debían celebrarse en marzo de aquel mismo año.

En la campaña electoral de 1.933, Adolf Hitler despliega todo su arsenal de oratoria, artimañas y puñaladas traperas.
Las arcas del NSDAP están llenas de marcos donados por importantes hombres de negocios, así que Hitler puede permitirse una campaña faraónica que recorre todos los rincones del país. Además, el nuevo canciller utiliza en su favor los recursos del Estado y despliega a sus secciones de asalto (que ya contaban con 4 millones de miembros) para que boicoteen por la fuerza los mítines de las formaciones rivales.
Los sondeos eran favorables al partido nacionalsocialista, pero la balanza terminó de inclinarse cuando, en la noche del 27 de febrero, un gran incendio se declaró en el parlamento. Göering detuvo como autor material del crímen a un comunista holandés llamado Marinus van der Lubbe y le acusó de haber intentado dar un golpe de estado.
En respuesta, Hitler acusó a lo comunistas de querer minar la estabilidad del gobierno y promulgó un decreto ley (aprobado por von Papen y firmado por Hindenburg) mediante el que se suprimía la libertad de expresión, la libertad de prensa, el derecho a la privacidad y la libertad de reunión.

Incendio del Reichstag
Así llegamos al día 5 de marzo de 1.933. En las elecciones celebradas aquel día, el NSDAP obtiene un 44% de los votos, lo que mantiene al partido como primera fuerza política pero sigue sin otorgarle la tan ansiada mayoría absoluta. Hitler soluciona esto por la vía rápida: en base al Decreto del incencio del Reichstag, ordena detener a todos los parlamentarios comunistas.
De esta manera, Adolf Hitler cuenta con los escaños necesarios para introducir modificaciones en la constitución de Weimar.

El 23 de marzo de 1.933, el parlamento se reune y otorga plenos poderes a Adolf Hitler. La república de Weimar ha sido disuelta, Hindemburg queda reducido a una mera figura simbólica (aunque Hitler sigue manteniendo una pantomima de sumisión hacia el Mariscal) y el Reichstag se convierte en un juguete en manos del canciller nacionalsocialista que ha de dirigir al III Reich por la senda recta.

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