viernes, 16 de marzo de 2012

La esvástica que nadie vio

Hoy vamos a hablar de una cruz gamada que no vió nadie hasta años después de la caída del III Reich. ¿Cómo es posible que una esvástica de 60 metros cuadrados pasara desapercibida para el mundo durante casi 50 años?

La "esvástica del bosque" tiene su origen en el año 1.938, en pleno apogeo del NSDAP. Un empresario de la región de Brandemburgo afín a la causa nacionalsocialista quiso hacerle al führer un regalo que durase años. El 49 cumpleaños de Adolf Hitler se acercaba y no había tiempo que perder, así que el empresario mandó plantar en sus terrenos unos alerces que formaran la silueta de una cruz gamada de 60 metros cuadrados.

La esvástica del bosque
La operación se llevó a cabo en medio de un pinar cercano a la aldea de Zernikow... y nadie más supo de ella hasta que un piloto de la Alemania reunificada descubrió el emblema en un vuelo de reconocimiento.
Habían pasado 47 años de la caída del III Reich y la esvástica había estado siempre ahí, mostrando al mundo la ideología de su creador. ¿Nadie se dió cuenta del enorme canto al nacionalsocialismo que destacaba en medio de aquel bosque de Brandemburgo?

El hecho de que esta cruz gamada pasara desapercibida debemos atribuirlo a varias causas; la primera de ellas, su diseño: la esvástica había sido plantada de tal manera que sólo fuera visible durante unas pocas semanas al años (entre primavera y otoño), cuando los alerces tomaban un color amarillo intenso que contrastaba con el verde de los pinos circundantes.
Tras la caída del Reich, la región de Brandemburgo quedó encuadrada dentro de la RDA; donde se desentendieron de las zonas rurales, por lo que los vuelos sobre el bosque de Zernikow eran, cuanto menos, escasos.

En el año 1.992, las autoridades de la Alemania reunificada pidieron un examen aéreo exhaustivo de todos los territorios pertenecientes al país... y saltó la liebre. El reconocimiento coincidió casualmente con las pocas semanas en que la esvástica era visible, por lo que el piloto descubió el pastel y pudo avisar a sus superiores.
Las autoridades de Brandemburgo, temiendo que el bosque de Zernikow se conviertiera en un centro de peregrinación neonazi, arrancaron 70 de los 100 alerces que formaban la figura dejando a Hitler sin su regalo.

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